Llegó de Sevilla con bastante picaje. Su dueña estaba muy preocupada porque lo había intentado todo para el picaje, pensó que a lo mejor, al estar acompañado con otras aves de su especie, se le quitaría.

Cuando terminó la cuarentena y después de haber comprobado su carácter y socialización, fuimos introduciendo otras aves de su misma especie; no dudó en hacer buenos amigos y su picaje fue desapareciendo.

Cuando ya estaba completamente recuperado del picaje, le diagnosticaron un tumor; fue visto por varios veterinarios, uno en nuestra misma localidad, se le realizó una biopsia y nos aconsejó que lo lleváramos a Madrid, que ellos tenían más experiencia en tumores. Lo llevamos a Madrid, donde estuvo ingresado más de un mes, se le sometió a varias cirugías para intentar limpiar toda la zona afectada del tumor, le tuvieron que extirpar un ojo y parte del hueso de la mandíbula, por lo que no podía abrir el pico en su totalidad para alimentarse.

Su pronóstico no era bueno y sabíamos cuál sería su final por lo que fuimos mentalizándonos para ese momento. Le dimos los alimentos que mejor se adaptaban a él y todos los caprichos que quiso.

A pesar de estar en este estado, él era la cabeza pensante de las travesuras, siempre estaba animado y feliz de estar con su amigo que no lo dejó en ningún momento.

Su deterioro iba aumentando con los días; cuando vimos que él ya no estaba animado, le costaba alimentarse, decidimos que había llegado el momento de que descansara.

Con él, se fue parte de nuestro corazón; nunca jamás lo olvidaremos.